viernes, 19 de febrero de 2010

Tiempo, cuentas y cuentos

Hay una cosa que se llama
tiempo, Rocamadour, es como
un bicho que anda y anda
.
JULIO CORTÁZAR
“RAYUELA”

¿Qué es el tiempo?
No hay respuesta para el tiempo,
estamos en él y asistimos, nada más.

JOSÉ SARAMAGO

    Como bien decía San Agustín, sabemos qué es el tiempo mientras nadie nos cuestione acerca del mismo. No podemos hablar sin hacer uso de expresiones relacionadas con el tiempo, y esto parece no causarnos ningún problema; sin embargo, en cuanto tratamos de explicarlo, no atinamos a dar una respuesta satisfactoria o, al menos, clara. Trataremos aquí de hacer un breve recorrido por algunas de las ideas principales que existen con respecto a este tema.

    Comenzaremos por las tesis del propio San Agustín, que ya en el siglo IV afirmaba que había tres tiempos, a saber: presente del pasado (la memoria), presente del presente (la visión), y presente del futuro (la espera). Considerando la medición del tiempo como una de sus características más notables, se cuestiona ¿cómo lo medimos si no tiene espacio?, afirmando al mismo tiempo que se le mide cuando está pasando, pues de otro modo no sería posible:

Mas ¿dónde y por dónde y hacia dónde pasa cuando se le mide? ¿De dónde más que del futuro? ¿Por dónde más que por el presente? ¿Hacia dónde más que hacia el pasado? Pasa, por consiguiente, de lo que todavía no es, por lo que carece de espacio, a lo que ya no es.

    Basándose en que lo único que existe es el presente (y por lo tanto, lo único que  puede tener duración), pues el futuro aún no es y el pasado ya no es, nos dice que un futuro largo es una larga espera del futuro; del mismo modo que un pasado largo es una larga memoria del pasado. De este modo, al ejecutar nosotros una acción, ésta comienza siendo una espera, hasta el momento en que se inicia y, a partir de ahí, la espera disminuye mientras crece la memoria, hasta que se agota del todo la espera cuando la acción termina por completo y pasa toda a la memoria. Así, el presente (y por consiguiente el tiempo real), vendría a ser una especie de “zona de transición” en donde el futuro se convierte en pasado, pudiéndolo conceptualizar como una intersección geométrica entre las líneas (¿planos?) del pasado y el futuro, no teniendo existencia más que en función de éstos y gracias a éstos que, por otra parte, no existen más que como categorías mentales (memoria y espera). ¿Dónde queda entonces la duración del tiempo y su medida, tan familiar a todos nosotros?

    Según Bergson tenemos una experiencia íntima y directa de la duración, siendo ésta, incluso, un antecedente inmediato de la conciencia; el presente es una nada pura que ni siquiera logra separar realmente el pasado y el porvenir. Bergson defiende un tiempo continuo en donde la duración es la única realidad, y en el que todas las acciones son llevadas a cabo.

    Sin embargo, Roupnel, y posteriormente Bachelard, defienden la idea de que el tiempo sólo tiene una realidad: la del instante. Siendo ésta una realidad afianzada en el instante y suspendida entre dos nadas. Así, el tiempo deja de ser un ente continuo y pasa a manifestarse, discontinuamente, a través de instantes. Roupnel nos dice que “hay una identidad absoluta entre el sentimiento del presente y el sentimiento de la vida”. De este modo, el ser se traslada de instante en instante, sin llevar ninguno consigo mas utilizándolos a todos, en una estricta y exhaustiva secuencia.

    Este instante no tiene duración en sí mismo, y tendría su equivalente geométrico en el punto adimensional que, sin embargo, es capaz de agruparse formando líneas susceptibles de medición. Siguiendo esta analogía, la duración del tiempo sólo tendría sentido en un contexto estadístico, compuesta de conjuntos de instantes sin duración. Del mismo modo, el intervalo entre dos instantes es sólo un intervalo de probabilidad (no de tiempo, pues no se puede medir la nada existente entre ellos): cuanto más se alarga, hay mayor probabilidad de que venga un instante a terminarlo.

    En este contexto, el concepto de “siempre” pasaría a ser sustituido por el de “todas las veces”; el pasado viene a ser un hábito por medio del cual el ser se repite en cada instante para no perder su identidad; y el futuro  (la duración continua) sólo tiene sentido si existe progreso estético o moral.

    Resta la postura de la física que, a pesar de la relatividad y de la posibilidad de viajar en el tiempo, viene a ser la más sencilla. Al ser la ciencia una disciplina creadora de modelos que puedan explicar satisfactoriamente los sucesos del mundo, el concepto de tiempo no tiene por qué ajustarse a la realidad en cuanto tal sino, más bien, comportarse de una manera ideal para poder estudiarlo y relacionarlo con otros conceptos. El comportamiento ideal difiere del verdadero sólo en grado, no en especie, constituyendo así un modelo manejable.

    De este modo, el tiempo sólo tiene sentido en la medida en que sucedan cosas que nos permitan notar que el tiempo ha transcurrido. Los sucesos quedan así ordenados en una sucesión sobre un tiempo unidimensional, más no por ello irreversible. Estrictamente, no hay evidencia en las leyes del movimiento, mecánicas o electromagnéticas, que nos impidan hablar de un tiempo reversible. La única evidencia física es un concepto llamado entropía, y que tiene que ver con el desorden existente en el universo: conforme pasa el tiempo, la entropía del universo aumenta, manifestándose, entre otras formas, en la expansión y separación de las galaxias.


Medición del Tiempo
La vida es breve, el arte vasto,
la oración instantánea y
el experimento incierto.

UMBERTO ECO

    Dejando a un lado las diferentes consideraciones con respecto a la naturaleza del tiempo, no escapa a nuestro entendimiento que es necesario coincidir en una forma de medir su duración. En este sentido, el segundo es la unidad aceptada internacionalmente como medida de tiempo. Pero, ahora surge una nueva pregunta: ¿cuánto dura un segundo y cómo se determina? En un principio, se utilizó un segundo solar, basado en el movimiento de la tierra alrededor del sol. Así, el segundo solar medio fue definido como la fracción 1/86,400 de un día solar medio, que a su vez era un promedio de la duración de los días en un año llamado tropical (el tiempo entre dos equinoccios primaverales sucesivos).

    Pero este segundo solar, debido a las características cambiantes del movimiento terrestre, dejó su lugar para dar paso a un segundo basado el la radiación electromagnética; concretamente, la emitida por el cesio 133. El tren de ondas proporciona una serie natural de sucesos (crestas, valles, etc.) regulares. Así, el segundo se definió como la duración de 9,192’631,770 periodos de radiación del cesio.

    En lo que se refiere a medidas de tiempo más largas, el patrón de tiempo varía enormemente. Como ejemplo baste mencionar que para los hindúes, la unidad de medida del ciclo más pequeño es el yuga o edad. Un yuga está dividido en una aurora y un crepúsculo que enlazan las edades entre sí. Un ciclo completo, o mahayuga, se compone de cuatro edades de duración desigual, de las cuales la más larga se encuentra al principio del ciclo y las más corta al final. Así, la primera edad o Kritayuga dura 4,000 años, la tretayuga dura 3,000 años, la dvaparayuga dura 2,000 años y la Kaliyuga sólo 1,000 años. Por consiguiente, un mahayuga dura 12,000 años. si cada uno de estos mahayugas se considera como un año divino, tenemos que para un ciclo cósmico completo (con 360 años divinos) son necesarios 4’320,000 años. Un millar de mahayugas constituyen un kalpa; 14 kalpas hacen un manvantara, que vendría a ser algo así como una semana en la vida de Brahma, para el que cada kalpa es un día o una noche.

La cuenta que llevamos, y que está por llegar al 2000, se inició en el siglo VI, cuando, hacia el año 525, el papa Juan I le encargó a Dionisio el Exiguo la tarea de calcular el día en que se debía festejar la Pascua de Resurrección el año siguiente. En ese entonces, los años no se contaban como ahora, sino a partir de la coronación del emperador Diocleciano. El primer anni Diocletiani corresponde al 284 de la era cristiana. Dionisio no estaba de acuerdo con contar los años así porque reconocía en la figura de Diocleciano a un emperador anticatólico. Entonces, confeccionó las tablas pascuales contando los años desde el momento en que él creía había nacido Cristo. Fue el primer antecedente de lo que con el tiempo se difundiría en gran parte del globo: la era cristiana. Por aquellas épocas, en Europa se utilizaban los números romanos, que no incluyen el cero ni el sistema posicional que hoy manejamos. Así, la cuenta comenzó con el año 1, y Cristo debió cumplir su primer año hasta el año 2; aunque los estudios más recientes dicen que Cristo debió nacer entre el año 4 y 6 antes de Cristo. Sólo hasta el año 825, tres siglos después, un matemático árabe de nombre Mohamed ibn Al Khwuarizmi, en un libro titulado “Algoritmi de numero indorum” introdujo el concepto (tomado de la cultura hindú) del sunya, el vacío o cero.

En lo que respecta al calendario, ya en el año 2780 antes de Jesucristo, los sacerdotes egipcios crearon un calendario solar de 365 días, dividido en doce meses con cinco días sobrantes que consideraban festivos. Posteriormente, los griegos hicieron uso de los conocimientos astronómicos vigentes en la Edad de Bronce para regirse con un calendario también de 365 días. Este mismo calendario fue adoptado en Roma, pero los sumos sacerdotes lo manipulaban de acuerdo a intereses particulares y al final fue distorsionado en su relación con el tiempo real. Cuando en el año 46 antes de Jesucristo Julio César se dio a la tarea de reformar el calendario, tuvo necesidad de añadir tres meses para que las estaciones volvieran a coincidir con las fechas.

La reforma juliana se basaba únicamente en el sol y no guardaba relación alguna con las fases de la luna. Tenía 365 días, con un día adicional que se añadía cada cuatro años. No obstante, al paso de los años el calendario juliano demostró cierta inexactitud. En el siglo XVI llevaba un retraso de diez días respecto a las estaciones y eso llevó al papa Gregorio XIII a ordenar nueva revisión. Para realizar la corrección requerida, era necesario descontar diez días al año y reducir la duración media del año. La reforma se dio a conocer el 24 de febrero de 1582, aunque se llevó a efecto a partir del cuatro de octubre de ese mismo año, día al cual siguió el viernes 15 debido a la eliminación de los diez días sobrantes.

Antes de la reforma, todos los años que marcaban un siglo se consideraban bisiestos. Después de la corrección hecha por el papa Gregorio XIII, sólo eran bisiestos cuando eran divisibles entre cuatro. El resultado es un calendario más aproximado al año solar por la eliminación de tres años bisiestos cada cuatro siglos. El margen de error del calendario gregoriano es, pues, de un día cada 3,333 años.


Principio y fin del tiempo
Si el tiempo nos espanta es
porque hace la demostración;
la solución viene luego.

ALBERT CAMUS

    En la mayor parte de las sociedades primitivas, el “Año Nuevo” equivale al levantamiento del tabú de la nueva cosecha; es decir, cuando se proclama que es comestible e inofensiva para toda la comunidad. Aunque hace ya mucho que dejamos de ser una comunidad agrícola, en todas partes existe aún una concepción cíclica del tiempo, de la existencia de un inicio y una terminación de períodos temporales. Estos ciclos, aunque están basados en las observaciones de los ritmos biocósmicos en general, se encuadran en un marco cultural mayor, el de las purificaciones periódicas y la regeneración, también periódica, de la vida.

    Estas prácticas culturales tienen por objeto abolir el tiempo transcurrido, restaurar el caos primordial y repetir el acto cosmogónico. Así, mediante la repetición del acto de la creación se regresa al momento en que tanto el mundo como el tiempo fueron creado. Haciendo coincidir el “instante mítico” y el “momento actual”, se pretende abolir el tiempo profano, anulando así los errores y pecados (alejamientos del arquetipo) que producen sufrimiento para empezar de nuevo. Esto trae consigo la posibilidad de la regeneración continua del mundo y el acceso a la eternidad. En lo que se refiere a restaurar el caos primordial, existente antes de la creación, los intentos generalmente se encausan a la celebración de orgías, bacanales, y cualquier fiesta que suponga excesos.

    Al conferir al tiempo una dirección cíclica, se anula su irreversibilidad. Todo puede recomenzar por su principio. El pasado pasa a ser sólo un prefiguración del futuro. El tiempo se limita a hacer posible la aparición y la existencia de las cosas. No tiene ninguna influencia decisiva sobre esta existencia, puesto que también él se regenera sin cesar. La repetición del tiempo tiene el sentido de conferir realidad a los acontecimientos.


Iván Camacho Anguiano
31 de diciembre de 1999


TOLLE, LEGE:

El tiempo es mío, 
y la vida de un hombre ¿qué es? Un soplo.
Hamlet

¿Dios mismo comenzó jamás? 
¿Dios mismo empieza siempre?
Nietzsche

De los tiempos todos, 
el más fugaz es el de la pasión.
José Saramago

Millones de horas en el mismo sitio, 
rompedoras y amargas como tenacidad de gotas.
Pablo Neruda

Estamos comprimidos en un instante.
Francisco Rebolledo

Por espacio de un instante, por espacio de cinco copos.
Günter Grass

Proporciono a cada instante la opción de destruirme.
Emil M. Cioran

Un diminuto instante, inmenso en el vivir.
Silvio Rodríguez.

A punto de ser, 
durante el instante de un instante, 
aún no soy lo que se aniquila.
Jean Lescure

No es la eternidad pero es el instante que, 
después de todo, es su único sucedáneo verdadero.
Mario Benedetti

La eternidad, cuya despedazada 
copia es el tiempo.
J. L. Borges

Vivir es perder tiempo: 
nada podemos recobrar o guardar 
sino bajo la forma de eternidad.
Jorge Santayana

La eternidad brama en torno nuestro.
Nietzsche

... y si un día ¿por qué no la eternidad?
John Milton

Divago, crío eternidades mías 
en un opio de memoria y de abandono.
Fernando Pessoa

¿Qué son tus náuseas de infinito 
y tu ambición de eternidad?
Vicente Huidobro

La eternidad es sólo un truco para continuar.
Silvio Rodríguez

La eternidad es sólo un instante 
lo suficientemente largo para una broma.
Hermann Hesse

La última eternidad encontrará 
en la primera su alma gemela.
Biffé

Todo pasa, lo efímero es eterno.
Manuel Ponce

Para siempre es siempre demasiado tiempo.
José Saramago

Los lustros no dan lustre.
Mario Benedetti

La vida es una resistencia efímera.
Alejandro Dolina

¿Para qué soy si para siempre dejaré de serlo?
Elías Nandino

domingo, 14 de febrero de 2010

Caer del árbol

 Una aproximación a los Mapas Mentales

Imaginar debe ser, en último término,
 algo tan sencillo como caerse de un árbol.

DOUGLAS HOFSTADTER

Dice Juan Gelman que ”la idea es más obscura que la suma de obscuridad que hay en su cuna”; mientras que Borges afirma que ”el pensamiento más fugaz obedece a un dibujo invisible y puede coronar, o inaugurar, una forma secreta.” Sin embargo, lejos de interpretaciones poéticas, debemos reconocer que tanto el pensar como el aprender son actividades tan naturales al hombre que no tendría por qué existir dificultad alguna al practicarlas. El cerebro humano está hecho para aprender un sin fin de cosas y es totalmente capaz de utilizarlas después en su beneficio. Siendo así las cosas, entonces ¿por qué se presentan tantos problemas en la vida estudiantil?, ¿por qué tanto temor a los exámenes?, ¿por qué, tras seis meses de clases, los estudiantes apenas recuerdan un puñado de conceptos y comprenden realmente sólo un par de ellos? En el presente texto aventuraremos la idea de que la causa de todas estas dificultades está en que hemos estado aprendiendo (y enseñando) de una manera que no es natural para nuestro cerebro.

Hoy en día se sabe que cada neurona posee de 104 a 1028 conexiones con otras neuronas. Esto significa que existe un número infinitamente finito de posibles recorridos, para un impulso nervioso, dentro de nuestro cerebro. Cada idea que concebimos, cada concepto que aprendemos, cada habilidad que adquirimos, cada recuerdo que creamos, dispone y necesita de una serie de neuronas interconectadas, de una senda bioquímica-electromagnética, conocida como senda mnemotécnica o mapa mental. La repetición de dicho recorrido en sí misma aumenta la posibilidad de repeticiones futuras. Es como una senda en el bosque que cada vez que se recorre se hace más ancha y transitable, de manera que facilita volver a recorrerla. Nuestro cerebro normalmente trabaja de esta manera y no en rígidas secuencias lineales.


Con el planteamiento del pensamiento lateral  se estableció el primer paso hacia lo que hoy se denomina pensamiento radiante, y del cual el mapa mental es –al menos hasta ahora- su más fiel representación y su más útil herramienta. Tanto al elaborar como al utilizar un mapa mental, ponemos en marcha los complejos procesos cognoscitivos (incluyendo los de retención o mnemotécnicos) y las variadas habilidades cerebrales: de imágenes; cromáticas; percepción espacial, tanto dimensión como Gestalt; de lenguaje, en palabras y símbolos; numéricas; rítmicas; y lógicas, entre las que se encuentran: análisis, síntesis, deducción, inducción, causalidad, linealidad y asociación (de la que hay siete tipos: las columnas metodológicas que veremos a continuación).

Para que los simples datos puedan convertirse en información, es preciso relacionarlos unos con otros. La forma en que se asimilan los datos recibidos depende de los conocimientos previos que ya poseemos. No partimos del desconocimiento absoluto, existen ya estructuras previas. Los datos se relacionan entre sí de acuerdo a siete categorías metodológicas, a las que Ponce Rivas  llama columnas metodológicas: esquema, contraste, secuencia, jerarquía, visualización, implicación e integración. Nos dice que no existen ideas sueltas, sólo ideas desordenadas. Y debido a que únicamente podemos aprender el paso siguiente a lo que sabemos -dos pasos adelante es imposible- debemos lograr que los conocimientos previos con los que analizamos la realidad busquen las relaciones entre datos, y no los datos mismos. Si construimos pieza a pieza cada columna, obtendremos un marco de referencia que permitirá, a través de la experiencia y el contacto con la realidad, recibir datos abundantes que puedan relacionarse entre sí, de una forma firme. A continuación describiremos brevemente cada una de las columnas metodológicas:

1)    ESQUEMA.- El esquema es aquello que sostiene, mantiene asido, contiene y protege. El esquema une lo que se ve y lo que se comprende; une la visión y la visualización; une lo que vemos y lo que recreamos. Un esquema es el proceder constructivo, y siempre es interior, aunque podamos representarlo. Es la forma dinámica de lograr la unión de dos elementos.
2)    CONTRASTE.- La comprensión se da por contrastes. La forma más importante de considerar lo que rodea a algo es determinar sus opuestos. La cultura y, por tanto, el lenguaje, se ha creado con base en pares, con base en opuestos, representando la polaridad.
3)    SECUENCIA.- La secuencia es la relación de contigüidad que se establece entre elementos, pudiendo ser temporal, lingüística, espacial o matemática. Es necesario determinar un punto de origen y las reglas que se seguirán, llamadas reglas de correspondencia. Estas son proposiciones que indican los procesos que se deben realizar, con los términos anteriores, a fin de obtener un nuevo término. En este sentido, la predicción es el conjunto de sucesos que pueden ocurrir, a partir de la situación real existente, la que permite la previsión de eventos o la toma de decisiones. Se precisa de un tipo de secuencia durante el aprendizaje, y otra en su uso posterior.
4)    JERARQUÍA.- La  jerarquía es una relación de gobierno – subordinación en que se establecen niveles o grados entre los elementos de un conjunto, a fin de definir el gobierno de unos y la subordinación de otros. Es recomendable que un documento o mapa mental esté gobernado por una sola idea principal, de la cual dependen las otras ideas subordinadas.
5)    VISUALIZACIÓN.- Nos acercamos a la verdad cuando visualizamos, no cuando vemos. Ahí descubrimos los conceptos, las causas y sus efectos. Los conceptos son una construcción del hombre que le permite explicar las relaciones entre cosas o entre los mimos conceptos. Los conceptos señalan las relaciones que se dan entre las cosas.
6)    IMPLICACIÓN.- Un término o un pequeño grupo siempre encierra o contiene a otros. La implicación es la relación de contenedor – contenido  que se establece entre dos o más palabras o conceptos, a fin de facilitar su manejo. Un modelo es la implicación de la realidad o de su dinámica interna, lo que facilita su comprensión y transformación.
7)    INTEGRACIÓN.- Descubrir la relación de integración es parte esencial de la ciencia. Hemos construido el mundo integrando. Integrar es unir por conveniencia, por decisión o por analogía algunos elementos. Preguntar es una manera fundamental de proceder constructivo.

En lo referente al acto de retener o recordar, podemos decir que se ha estudiado que durante una plática, una conferencia o una clase, aquello que con más facilidad se recuerda es: los temas del comienzo (efecto de primacía); los temas del final (efecto de inmediatez); las cosas relacionadas a otras ya conocidas (uso de las columnas metodológicas); los puntos acentuados o sobresalientes; lo que llama la atención de alguno de los cinco sentidos; y lo que sea de especial interés personal. Durante la hora de clase es imposible que toda la información se retenga, pues hay información que no cae en ninguna de las categorías citadas. Sin embargo, en un mapa mental bien podemos hacer que toda la información contenida en él comprenda al menos una de las características que nos ayudan a recordar: colores (para resaltar, agrupar y jerarquizar), imágenes, relaciones propias, flechas, símbolos, representaciones en tres dimensiones, texturas, palabras, etc.

Hasta ahora hemos hablado de los beneficios del mapa mental, pero no hemos dicho qué es. Nos topamos aquí con un problema y una paradoja: estamos tratando de explicar sólo con palabras una herramienta que se vale de muchos elementos gráficos y cognoscitivos. Desde luego, la mejor manera de explicar lo que es un mapa mental sería con un mapa mental; sin embargo, eso no impide que podamos hacer una enumeración de sus características más importantes, pero siempre teniendo en cuenta que será preciso referirse a un mapa mental ya hecho, o elaborar uno propio, para comenzar a comprender los verdaderos alcances de esta técnica.

Básicamente, un mapa mental consta de una idea central de la que se desprenden varias ideas subordinadas, relacionadas o complementarias; a su vez, de cada idea secundaria se desprenderán otras ideas relacionadas con ésta. La unión se hace a través de líneas y/o flechas irradiantes, sobre las que se anota la idea o concepto que le corresponde; todo esto apoyado por imágenes, colores, símbolos, etc. En seguida se presentan las reglas básicas a considerar cuando se elabora un mapa mental:

1)    UTILIZA EL ÉNFASIS
        a)    Usa siempre una imagen central
        b)    Usa imágenes en toda la extensión de tu mapa mental
        c)    Usa al menos tres colores por cada imagen central
        d)    Usa la tercera dimensión en las imágenes y alrededor de las palabras
        e)    Usa la sinestesia (fusión de los sentidos)
        f)    Varía el tamaño de las letras, las líneas y las imágenes
        g)    Organiza bien el espacio
        h)    Usa un espaciado apropiado

2)    UTILIZA LA ASOCIACIÓN
        a)    Ten presentes las siete columnas metodológicas
        b)    Utiliza flechas cuando quieras establecer conexiones dentro del diseño ramificado y a través de él.
        c)    Utiliza colores
        d)    Utiliza códigos.

3)    EXPRÉSATE CON CLARIDAD
        a)    No uses más que una palabra clave por línea
        b)    Escribe todas las palabras con letra de imprenta
        c)    Escribe las palabras clave sobre las líneas
        d)    La longitud de las líneas debe ser igual a la de las palabras
        e)    Une las líneas entre sí, y las ramas mayores con la imagen central
        f)    Conecta las líneas con otras líneas
        g)    Las líneas centrales deben ser más gruesas y con forma orgánica
        h)    Consigue que los límites enlacen con la rama de la palabra clave
        i)    Haz las imágenes tan claras como te sea posible
        j)    Mantén el papel dispuesto horizontalmente delante de ti
        k)    Escribe con letras de imprenta tan rectas como te sea posible

4)    DESARROLLA TU ESTILO PERSONAL


Hasta aquí las cuestiones generales acerca de los mapas mentales. Resta solamente recordar que el tema es muy amplio y sus aplicaciones ilimitadas. Podemos usar mapas mentales para preparar una clase, para dar una clase, para tomar notas, para estudiar un tema, para organizar una agenda, etc. La intención de este texto es solamente recordar que las posibilidades del cerebro son muchas; que los jóvenes actualmente tienen a su alcance infinidad de estímulos y de información, de modo que hemos de buscar alternativas para la enseñanza, el aprendizaje e incluso la evaluación. Los mapas mentales no son la panacea, pero bien pueden complementar y enriquecer nuestros recursos didácticos.

MEC  IVÁN CAMACHO ANGUIANO

miércoles, 3 de febrero de 2010

Los adolescentes duermen poco

"Los adolescentes duermen poco"
Por Martha Duhne

La mayoría de los jóvenes necesita dormir ocho horas cada día, aunque sería mejor que durmieran más. Pero un estudio publicado en el mes de enero en el Journal of Adolescent Health, dirigido por Danice Eaton, del Centro para Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, demuestra que sólo el 7.6% de los jóvenes cumplen o superan esta cuota.
De los 12 000 estudiantes de bachillerato entrevistados para el estudio, menos de una cuarta parte se acercó al ideal de ocho horas de sueño, el 30.2% reportó que dormía en promedio siete horas; 22.8% cerca de seis horas; 10% cerca de cinco y el 5.9% aseguró que no dormía más de cuatro horas cada día.
¿A qué se debe esto? En primer lugar, las clases de secundaria y preparatoria usualmente empiezan más temprano que las de primaria, a pesar de que los adolescentes necesitan dormir igual o más que los niños. Además, el estar expuestos a la luz que emiten las computadoras y los televisores durante las horas de la noche altera el reloj biológico y la capacidad del organismo de reconocer que llegó la hora de dormir. Otra razón podría ser que muchos adolescentes ingieren grandes cantidades de cafeína para permanecer despiertos (no necesariamente estudiando), y cuando quieren dormir no lo logran con facilidad.
No dormir lo suficiente deteriora la capacidad de aprender y razonar, así como el control de impulsos. Incluso puede predisponernos a padecer algunas enfermedades.
Otros estudios recientes muestran que incluso dormir mal un solo día puede modificar las concentraciones de hormonas en el organismo, lo que hace aumentar el apetito y que las calorías ingeridas se conviertan en grasa, no en calor y energía. Esto podría explicar por qué el 29% de los jóvenes del estudio tenían sobrepeso o eran obesos.
El objetivo de la segunda fase de este estudio será determinar si la falta de sueño tiene algo que ver con las cuatro causas principales de muerte en personas de 10 a 24 años de edad: accidentes automovilísticos, heridas no intencionales, homicidios y suicidios.